lunes, 27 de febrero de 2012

RES NON VERBA




“Los alemanes están ansiosos por invertir en Grecia”, esta noticia, publicada en el suplemento de Financial Times por el diario Cronista ciertamente no nos sorprende.

La propia caracterización que hemos hecho de la crisis requiere necesariamente no sólo la destrucción de capital financiero sino que, paralelamente lleva a cabo una reestructuración productiva en la cual se pone en juego el nivel de productividad alcanzado.

Ambas tendencias tiende a reponer la tasa de ganancia y redefinen un nuevo ciclo de acumulación capitalista cuyos rasgos principales serán definidos por las estructuras productivas más eficientes.

A falta de otros argumentos, tales como la capacidad de innovación o el desarrollo tecnológico, Europa recurre a los ya gastados argumentos de reformas laborales que dan lugar a regulaciones flexibles en el mercado laboral.

Es decir, la reestructuración productiva en busca de una mayor productividad se basa, en éstas economías vencidas, en incrementar de modo abusivo la explotación de los trabajadores tratando de que sean éstos los que aporten la cuota indispensable que permita repotenciar el desarrollo capitalista.

Así, España, Italia, Grecia, a los que seguirán, antes o después, Portugal, Irlanda y los países de la “nueva Europa” llevan o llevarán adelante reformas de la legislación laboral que prácticamente hace retroceder el derecho laboral a principios del siglo 20 en respuesta a la necesidad de generar condiciones productivas que repongan la tasa de ganancia.

Adicionalmente, la dinámica de la crisis habrá de llevar a replantearse históricas políticas productivas que, en su momento, resultaron básicas para la construcción de la Unión Europea, nos referimos, entre otras, a la conocida Política Agrícola Común (PAC). Esa reestructuración obligará, por ejemplo, a los agricultores franceses a migrar de una estructura productiva extensiva a una intensiva.

En nuestra visión, en los próximos 5 años quedará definido un nuevo espacio productivo europeo que deberá revertir la desindustrialización desarrollada a lo largo de los 80 y 90 cuando muchas industrias migraron a China y otros países asiáticos atraídos por costos salariales más bajos y regulaciones menos estrictas.

Ese nuevo espacio económico deberá operar como un foco de atracción a las inversiones industriales y dar paso a una dinámica capitalista en Europa que la posiciones como competitiva en el mercado mundial.

¿Qué significa esto para la industria argentina?

Este nuevo espacio productivo europeo resulta una amenaza insoslayable para la industria argentina toda vez que las necesarias reformas que se demandan en pro de la competitividad brillan por su ausencia.

Las reformas reclamadas obligan a debatir de modo amplio el conjunto de las regulaciones y el modo en que, las políticas públicas promuevan la inclusión social permitiendo superar la actual fragmentación entre trabajadores formales, informales, marginales y excluidos del mercado de trabajo.

Pero no sólo el mercado de trabajo debe ser puesto en foco. Todas las políticas públicas deben ser debatidas a la luz de la dinámica capitalista que se construye no sólo en Europa sino que también en Oriente (China, Vietnam, etc) y en EEUU.

Pero por mezquindad, ignorancia, falta de visión, incapacidad, separadas o combinadas se prefiere el populismo fácil que tarde o temprano requerirá crecientes cuotas de autoritarismo a una transformación inteligente que de paso a un reposicionamiento en la economía mundial.

Ya lo hemos señalado en varias oportunidades, las exportaciones del complejo agrícola o agroindustrial irán perdiendo el protagonismo actual y perderán la importancia estratégica que hoy tienen para las arcas públicas. Del mismo modo, la minería.

Esas estructuras productivas tampoco resuelven, por sí solas, las necesidades de un país con 40/50 millones de habitantes.

Decíamos hace unos días en nuestro post: La industria no figura entre las prioridades a desarrollar como alternativa y sólo con algunos excepciones de exportaciones mercados resultado de acuerdos más políticos que económicos sobre compensaciones comerciales, las MOI carecen de competitividad para avanzar en mercados más sofisticados. El debate debe darse porque la respuesta a las preguntas que planteamos nos serán requeridas a la brevedad y no admiten soluciones de emergencia.”

Mientras tanto, las palabras han perdido en la Argentina el poder transformador que poseen en otras latitudes. Démosle descanso, vacaciones, mientras tanto, “res non verba”

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