miércoles, 27 de junio de 2012

Crisis económica: una convocatoria a la imaginación y la creatividad





En diversas reuniones e Informes anteriores hemos señalado que la crisis económica que recorre el mundo no es un laberinto del que, como decía Jorge Luis Borges, “se sale por arriba”.

Las dimensiones y características que esta teniendo, parece resultar incomprensible para los responsables políticos de gestionarla y aportar caminos para su resolución.

La imposibilidad –que deviene de la incomprensión- surge de caracterizarla como una crisis de tipo financiero devenida como consecuencia de un conjunto de “banqueros farsantes” que organizados “como asociación ilícita” desarrollaron una burbuja hipotecaria que les permitió vender un conjunto de activos tóxicos ante la mirada bonachona de la autoridad monetaria tanto de EEUU como de los diversos países de Europa.

Como pasó el 2008 y la cuestión no se salvó, se desarrollo otra teoría.

Ahora eran un conjunto de irresponsables funcionarios que consintieron y ejecutaron presu­puestos que no podían solventar motivo por el cual se endeudaron de modo irresponsable alentados por bancos irresponsables que nuevamente engañaban a grandes, medianos y pequeños inversores con bonos que ya no tenían garantías de hipotecas sino que ahora te­nían la garantía de los Estados.

Brevemente, la crisis es el resultado de la imaginación y capacidad de engañar de los ban­queros a inocentes e ingenuos ahorristas que abandonaron su estilo rapaz para dejarse lle­var por “los cantos de sirena”.

Pero ya estamos a mediados de 2012, han pasado 4 años y la crisis no se resuelve, todos los días nos informan de nuevos salvatajes a la banca por cifras que ni siquiera nos anima­mos a escribir, cada día amanece con mayores riesgos de quiebras bancarias y de países.

Mientras tanto lo importante es dejado de lado, ocultado y tratado con relativa profundidad.

¿Qué es lo importante? ¿Cuál es el rasgo de la crisis, desde el punto de vista económico, pero que ya está poniendo en riesgo la propia gobernabilidad el sistema democrático?

Lo importante, lo estructural de ésta crisis es que se trata de una crisis en el ám­bito de la producción y en particular de la rentabilidad en el ámbito de la produc­ción industrial.

Fue esa caída de la rentabilidad industrial lo que llevo al capital financiero a buscar y crear productos financieros que, aunque sea de modo artificial, generaban rentabilidades supe­riores a la media de la industria. Se echo a rodar así una “bola de nieve” que finalmente (y como era de esperar) los termino tapando y ahogando.

Por ésta razón las medidas financieras no tienen impacto por más que se le agreguen ceros a los “salvatajes” o que se espere, día tras día, las declaraciones de tal o cual funcionario respecto de flexibilizar más las ayudas financieras.

La caída de la rentabilidad industrial en términos reales (es decir, descontando la inflación y los impactos derivados de la “guerra de monedas”), es un muy relevante para las empresas industriales y en particular para las PYME, salvo para algunos sectores que, con anticipa­ción, llevaron adelante procedimientos de mejora de la competitividad tanto a nivel de or­ganización y logística como en términos de equipamiento.

Lo cierto es que ésta crisis tiene un único modo de resolverse (y aclaramos que no somos autores de la idea ni originales en el planteo): debe “destruirse capital financiero” para equipararlo al capital productivo necesario para producir y reproducir la acumulación de capital.

Días pasados decía Jorge Castro en Clarín (27/06/2012) “En el capitalismo, lo que puede ocurrir, ya sucede; y el futuro, aún indiscernible, jamás es arbitrario.”

“La industria manufacturera mundial ha dado un salto en los últimos 4 años y ha revertido la tendencia declinante de las cuatro décadas previas. A partir de 2008, la manufactura ha crecido a una tasa mayor que el resto de la economía global (17,7% anual promedio) y ha dejado atrás la caída que experimentó durante 40 años (era 27% del PBI global en 1970 y cayó a 16,2% en 2009).

Es un salto tecnológico que ha originado una nueva revolución industrial, que funciona en red y abarca todas las actividades de producción y diseño, y que utiliza las tecnologías más dispares, provenientes tanto de la electrónica como de la biotecnología. La nueva revolución industrial es la digitalización completa de la manufactura, transformada en una actividad capital-intensiva donde la mecanización y la línea de ensamblaje han quedado atrás. Tam­bién en ella el factor trabajo (directo, individual, físico) ha perdido relevancia.

Se ha cumplido la previsión de Marx (Grundrisse) sobre la desaparición del trabajo, y por lo tanto del valor, en la acumulación capitalista plenamente realizada.

Al desatarse una nueva revolución tecnológica, que enfrenta una gigantesca y novedosa demanda, se produce un aumento excepcional de la producción, arrastrada por un auge todavía mayor de la productividad; y el modo capitalista de producción trepa un nuevo es­calón histórico en su camino incesante de innovación. Es probable que haya comenzado una nueva fase en la historia del capitalismo, que podría denominarse tentativamente post glo­balización.”

El proceso que describe tiene como contrapartida una tendencia a incrementar la rentabili­dad de las Empresas Industriales que acompañan éste movimiento y requieren sí, capital financiero para apalancarse. Los volúmenes actuales de ése capital financiero exceden sus necesidades, por eso ese excedente debe ser “destruido”. El modo que tiene el capitalismo de llevar adelante ésta operación, que se ha repetido varias veces a lo largo de la historia, es con quiebras o con guerras.

No debe extrañarnos, entonces la quiebra de Bancos y las pérdidas de sus ahorros para los pequeños ahorristas, pero también para importantes fondos de inversión.

En ése proceso, doloroso y dramático, se ven derrumbar desde proyectos personales (como lo es la compra de una vivienda) como proyectos de mayor porte los que muchas veces quedan inconclusos o son abandonados.

Tal como señalamos, la industria, y en particular las PYME, deben comenzar a reflexionar sobre éste proceso de restructuración de la industria y desarrollar caminos para acompañar ésta nueva etapa histórica.

Muchos nos señalan que nuestra visión, desde la república Argentina y en el estado actual de la situación es, como mínimo descabellada. Recordamos lo señalado más arriba en la cita de Jorge Castro: en el capitalismo lo que puede ocurrir, ya sucede.

Obviamente el estado de situación de las empresas, la negativa del gobierno de desarrollar políticas sustentables de desarrollo industrial, la baja calidad institucional que estamos atra­vesando y otras consideraciones por el estilo son puestas como fundamentos para ignorar la realidad que describimos.

Sin embargo, una Empresa Industrial es un proyecto que atraviesa las contingencias de un gobierno, y, en consecuencia, no admite cortapisas ni excusas. No sirve elaborar un “rosa­rio” de quejas y contrariedades.

A la economía industrial del resto del mundo poco le importan esas consideraciones.

Achacar al gobierno su escaso compromiso y responsabilidad, su nula visión de la estrategia de desarrollo industrial, sirve para el desahogo pero no para afrontar el futuro.

Los empresarios deben prepararse para una etapa crucial del desarrollo de la crisis: las post crisis.

Estar o no estar para cuando llegue ese momento, que ya esta sucediendo -pero que por las condiciones de aislamiento de Argentina pareciera que ese momento no llegara nunca o que es absurdo planteárselo- depende de la inteligencia en la comprensión de los aconteci­mientos que genera la crisis.

El resurgimiento de los “nacionalismos económicos” trata de amortiguar y minimizar los impactos de la “guerra económica en el plano comercial” que se libra. Así, aparece el pro­teccionismo, las economías se cierran, se devalúan monedas y se toman toda una serie de medidas, cada cual (país) pone toda su inteligencia en desarrollar artilugios y gambitos.

En la Argentina aparecen personajes con metodologías que lo único que hacen es empeorar la calidad institucional y simultáneamente nunca faltan los que se ilusionan con “vivir con lo nuestro”.

La dinámica de la historia ha demostrado que primero, duran poco y segundo: fracasan.

Los Industriales deben incorporar éste futuro, indiscernible, que ya esta sucediendo y que finalmente tocará la puerta de su Empresa.

domingo, 24 de junio de 2012


LOS ECONOMISTAS SE ESTAN YENDO AL DESCENSO Y NO LOS SALVA NI CARUSO LOMBARDI



La pobre formación de los economistas que cursaron sus estudios desde 1976 en adelante es la pobreza de formación sobre la economía argentina y la comprensión de su dinámica y problemática.

Sin ir más lejos hoy en la nota de Clarín a los "economistas sub 40" (http://www.ieco.clarin.com/economia/economistas-jovenes-debaten-claves-coyun­tura_0_724727757.html ) todos dicen algo parecido pero ninguno se puede referir, pese a que Coatz está en la UIA, al impacto de la inflación en la economía nacional, sobre todo a partir del aún vigente la modificación introducida por el Congreso a travéz de la Ley 25.561 al art. 10º de la Ley 23.928 que quedó redactado así y no fue derogado por los hipercríticos de la Ley de Emergencia Económica:

 "Artículo 10. — Mantiénense derogadas, con efecto a partir del 1° de abril de 1991, todas las normas legales o reglamentarias que establecen o autori­zan la indexación por precios, actualización monetaria, variación de costos o cualquier otra forma de repotenciación de las deudas, impuestos, precios o tarifas de los bienes, obras o servicios. Esta derogación se aplicará aun a los efectos de las relaciones y situaciones jurídicas existentes, no pudiendo aplicarse ni esgrimirse ninguna cláusula legal, reglamentaria, contractual o convencional —inclusive convenios colectivos de trabajo— de fecha anterior, como causa de ajuste en las sumas de pesos que corresponda pagar."

La aplicación de ésa clausula de la Ley de Emergencia Económica y un fallo de la Corte Su­prema que no fue contundente sentando jurisprudencia (http://www.csjn.gov.ar/jurisp/jsp/fallos.do?usecase=mostrarDocumento&falloId=4815 ) hace que las empresas no puedan aplicar ajuste por inflación a sus balances.

Esta situación tiene un impacto directo al "inflar" la recaudación del Impuesto a las Ganan­cias toda vez que las Empresas tributan sobre lo que Adam Fergurson  (Cuando muere el dinero) denominó "la espuma de la cerveza" (la alusión a la bebida es consecuencia de su referencia a la inflación alemana de 1924).

La base imponible, sin ajuste por inflación, se convierte en una base falsa y que, obvia­mente, pese a las críticas a los '90 y a la Ley de Emergencia Económica fuente de las refor­mas de Domingo Cavallo (al que se intenta por todos los medios demonizar), genera una importantísima recaudación extra al Tesoro Nacional a la que éste no tiene en mente renun­ciar.

Pero esa decisión de los hipercríticos, autodenominados ahora heterodoxos, de las Reformas de los '90 tienen un impacto muy grave sobre la inversión: al no permitir el ajuste por infla­ción no se actualizan las amortizaciones y de ésa forma, las Empresas ven como se degra­dan " las reservas para el consumo del capital fijo" y frente a esta situación la tan mentada "propensión a invertir" de los keynesianos se disuelve muy fácilmente hasta desaparecer.

¿Quien va, salvo extrema necesidad, a re equipar con máquinas y equipos su empresa si encima de la inversión recibirá un doble castigo: se le prohibirá actualizar las amortizacio­nes y es probable que la empresa debe empezar a tributar mayores anticipos impositivos por el crecimiento de su patrimonio.

Pero estas cuestiones no son tenidas en cuenta por los "economistas al uso" (como los solía llamar Marx) que como dice el entrevistador " los seis economistas que seguramente en un par de años estarán ocupando puestos claves en el Ministerio de Economía o el Banco Cen­tral".

En realidad, los Empresarios debemos tomar nota de éstas declaraciones dado el futuro venturo que les espera a éstos "economistas". Dicho en lenjuage criollo, si éste es el futuro "mejor hacer la plancha"

Estos detalles son "cuestiones dramáticas" para éstos culposos "posmodernos" y no logran comprender (porque no están preparados) la economía real, la dlas decisiones cotidianas de los empresarios e incluso de los representantes de los trabajadores cuando, producto de ésta negación de la crisis (evitando decir que estamos en recesión, porque también es una palabra dramática, políticamente incorrecta) tienen que afrontar cotidianamente "los despi­dos por goteo".

Obviamente, muchos confundidos, le asignan la responsabilidad a Guillermo Moreno (Se­cretario de Comercio Interior) o critican los silencios de la Presidenta del Banco Central o se refieren de modo muy duro hacia el titular de la AFIP.

Pero ésta -y no otra- es la política económica de la administración Cristina Fernandez de Kirchner y es ella la responsable dado que su sistema de gestión radial hace que sus más cercanos colaboradores sean meros peones ejecutores.

Pero los "economistas al uso" parecen soslayar ésta responsabilidad directa de la Presidenta de la Nación y prefieren divagar sobre generalidades y obviedades antes que identificar res­ponsabilidades y hechos concretos.

O, hablar maravillas de un Plan de Viviendas como el "PRO CRE AR" que se resolverá por sorteo y que su ejecución, a la luz de las experiencias que cosechamos de éste mismo go­bierno son absolutamente negativas. Más aún, algún economista ya salió a decir que éste Plan generaría -per se- 2% de crecimiento del PBI. Lo más probable es que este "econo­mista" este tratando de sacarse de encima los bonos clausula PBI inflando un potencial cre­cimiento cuando ya se descuenta que ese bono no pagará renta alguna porque el INDEC ya está cubriéndose con caídas de la producción Industrial.

Gran parte de ésta situación está creada por la paupérrima formación teórica de la carrera de economía desde 1976 a la fecha. No hubo un giro copernicano con la llegada de la de­mocracia, sólo se adaptaron los discursos y quienes dimos batalla por un cambnio de para­digma en el periodo 1985-2000 fuimos derrotados por la lógica sistémica de las "teorías" provenientes o bien del agua dulce o bien del agua salada.

Sólo un detalle final: el entrevistador no sabe como se escribe Quesnay (dudo que sepa quien fue y su fundamental aporte a la comprensión del capitalismo como sistema). Escribió "Chesnay" (sic)

Ahora, como suelen decir, somos todos "keynesianos" pero en los aspectos prácticos, toda­vía vivimos en Chicago.
 

sábado, 23 de junio de 2012


A LA HORA SEÑALADA [i]



Hay momentos que se producen más allá de la voluntad o inteligencia de los protagonistas.

Heidegger decía que no hay casualidades sino citas, y la historia demuestra que las encru­cijadas, los nudos gordianos, las dificultades más complejas se resuelven con creatividad, con soluciones muy alejadas de la magia, con productos de la inteligencia y no con el ardor de la pasión o la soberbia.

La Argentina esta frente a ese momento y la "inflación", que no es otra cosa que la puesta en escena de la lucha por el poder, se ha convertido en el principal desafío, en la encruci­jada que define un momento histórico único y novedoso.

Esta "inflación" es absolutamente distinta a las vividas en otros tiempos, porque la lucha por el poder que se sustancia es muy distinta a la acontecida en otros tiempos, la lucha de po­der que pone en evidencia tiene componentes estructurales y estratégicos.

En ésta instancia se debate un modelo de desarrollo, se definen los rasgos del modo de producción y, consecuentemente, el modo de distribución, cambio y consumo.

El primer eje de la disputa (porque de ningún modo existe un debate serio, responsable y enriquecedor) se da entre considerar a la agroindustria como motor del desarrollo nacional que sólo puede incluir a una reducida porción de habitantes.

Debemos recordar que ya en la década de los ’70 la geopolítica de las dictaduras tanto de había asignado - en la división del trabajo a escala regional – a la Argentina el rol de pro­ductor de alimentos y de agro exportación mientras que la industria debía especializarse en éste sector, reservándose Brasil el desarrollo industrial.

Si bien es cierto que éste sector muestra un dinamismo de singular trascendencia, no es menos cierto que esta montado sobre cultivos tradicionales (si se nos permite considerar a la soja como tal) y sus derivados que refuerzan el perfil agroexportador, lo que no quita que el desarrollo agrícola empuja con energía innovaciones, desarrollo tecnológicos y nuevos desafíos tecnológicos. Pero la mayoría de éstos son endógenos. Se refieren a mejoras en la productividad sectorial y en la competitividad.

Esta introducción del capital y su dinámica es importante pero no le resuelve que el primer objetivo de la producción primaria es la renta de la tierra, y la dinámica capitalista en el sector sólo transforma una mínima cuota de renta en capital.

Pero el modelo agroexportador, en su versión Siglo XXI contribuye  de modo limitado al desarrollo del mercado nacional. Si, es cierto, aporta divisas que, en una situación de emer­gencia como la que habrá de afrontar la Argentina en por lo menos la próxima década, re­sultan imprescindibles.

No es casualidad que la disputa por el tipo de cambio, más allá de la inoportunidad de algu­nas afirmaciones y declaraciones gubernamentales la alimenten, entre en una fase crítica justo unos días antes de la liquidación de divisas por parte de éste sector. Forma parte de la lógica capitalista caucionar el bien escaso (dólares) a la espera de una contraprestación (devaluación) y, en esto el sector agroexportador –por más integración e innovación que muestre- no ha cambiado.

El otro sector en pugna son quienes abogan por un proceso de acumulación de capital ba­sado en una suerte de “capitalismo estatal” del que hacen depender el desarrollo industrial para lo cual requieren una fuerte protección cuyo clímax se alcanza en éstos momento con el cierre de importaciones de todo tipo al que se suma el cierre del mercado de cambios.

Decíamos en febrero de 2012[ii]:

La política de regulación de las importaciones, más allá de sus causas verdaderas, plantea una contradicción entre dos visiones opuestas de ver el desarrollo industrial vía sustitución de importaciones.

De un lado parecen alinearse los viejos actores de ésta política que sostienen la posibilidad de que todo lo pueden y que esgrimen argumentos de fuertes posibilidades autonómicas de la Industria Nacional y del mercado interno.

Estos actores, muchos nucleados en cámaras empresarias de fuerte estilo corporativo, adu­cen disponer de todas las capacidades tanto tecnológicas, como operativas para producir cualquier engendro.

Para ellos, importar, es sinónimo de debilidad, de impotencia (que no es más que otra forma de expresión del machismo que contiene gran parte de la cultura nacional) que debe ser resuelta con el apoyo del Gobierno (en todas y cada una de sus expresiones) ya sea mediante apoyos crediticios, institucionales pero básicamente cerrando la economía me­diante una suerte de "linea Maginot" contra las importaciones que, en formato de invasión, resultan una ignominia para el pabellón nacional. Es decir necesitan que el Estado contri­buya a desarrollar la reserva de mercado indispensable para su sobrevida.

Es un sector que plantea la endogamia en materia productiva, tecnológica, de innovación, de autosuficiencia y de creer que sus capacidades son todo lo que se necesita para lograr el desarrollo industrial y, obviamente el desarrollo nacional y el bienestar de todos los argenti­nos.

Son empresarios que, pese a formar parte de sectores dinámicos, estiman que pueden abs­traerse en tanto "esas cosas son para mercados más grandes" y con esa línea de pensa­miento desarrollan una inversión acorde al tamaño del mercado local, al que consideran limitado e incapaz de reconocer la modernidad.

Ven la exportación como una quimera y en los hechos se consideran recipiendarios de los excedentes que el modelo agroexportador aporta al mercado local.

Obviamente por su historia de "defensa de la industria nacional" asocian a ésta con su pro­puesta y encuentran funcionarios que responden a ésta dinámica de pensamiento que los acogen a falta de visión y capacidad de apertura hacia otro sector industrial que esta emer­giendo en la Argentina y que, tarde o temprano, pese a éstas anacrónicas posturas, habrá de configurar el verdadero desarrollo industrial que si hará al desarrollo nacional sustenta­ble para generar la inclusión social y el bienestar.

Este sector industrial que emerge, al igual que el otro, también esta configurado por PYMES que, con otra visión sobre el desarrollo global han comprendido la necesidad de incorporar otros paradigmas de desarrollo industrial.

Podemos decir que sin mencionarlas, las teorías de Alexander Gerschenkron comienzan a ser puestas en práctica.

Obviamente éste sector requiere de la participación institucional de los Gobiernos, pero en un sentido absolutamente distinto.

Integrados tecnológicamente al mundo, atentos a la dinámica económica global compren­den perfectamente cual es derrotero a seguir en materia de desarrollo industrial y cuales on las demandas que debería responder la política industrial.

Descreen de la omnipotencia productiva pero son plenamente conscientes de sus capacida­des y oportunidades. Tienen en su base genética la dinámica exportadora y no pretenden una protección que implique alambrar el mercado nacional sino que consideran que existen amplias posibilidades para la política industrial de establecer la una matriz de desarrollo industrial compatible con los demás sectores productivos y que necesariamente alcance en sus resultados al conjunto de la población.

Lejos de los sectores corporativos tradicionales a quienes les desconocen representatividad, comienza articularse nuevas relaciones inter empresarias que incluso no encuentran en la propia UIA (representante de intereses concentrados y sin más interés en el desarrollo na­cional que la extracción de rentas y beneficios a ser girados sin compromiso de reinversión).

Las PYME que conforman éste conglomerado comienzan a desarrollar otro discurso produc­tivo y no ven con buenos ojos un conjunto de regulaciones que por su nivel de generalidad afectan su propio desarrollo. Reconocen la necesidad de la administración del comercio pero exigen selectividad con respecto al equipamiento industrial, las partes y piezas, los insumos y las materias primas.

Rechazan el voluntarismo productivo de los sectores más proteccionistas que declaran po­der producir todo y traban el desempeño productivo de éste sector dinámico.

El debate está abierto. Las urgencias financieras del gobierno lo encubren y parecen ali­mentar el afán corporativo. El desarrollo industrial del mundo actual será implacable y no permitirá éstos anacronismos  mentales

La visión de que el rol del Estado debe ser construir una línea Maginot contra las importa­ciones correrá la misma suerte que está.

Como señala Jorge Castro [iii]En el capitalismo, lo que puede ocurrir, ya sucede; y el futuro, aún indiscernible, jamás es arbitrario.”

“La industria manufacturera mundial ha dado un salto en los últimos 4 años y ha revertido la tendencia declinante de las cuatro décadas previas. A partir de 2008, la manufactura ha crecido a una tasa mayor que el resto de la economía global (17,7% anual promedio) y ha dejado atrás la caída que experimentó durante 40 años (era 27% del PBI global en 1970 y cayó a 16,2% en 2009).

Es un salto tecnológico que ha originado una nueva revolución industrial, que funciona en red y abarca todas las actividades de producción y diseño, y que utiliza las tecnologías más dispares, provenientes tanto de la electrónica como de la biotecnología. La nueva revolución industrial es la digitalización completa de la manufactura, transformada en una actividad capital-intensiva donde la mecanización y la línea de ensamblaje han quedado atrás. Tam­bién en ella el factor trabajo (directo, individual, físico) ha perdido relevancia.

Se ha cumplido la previsión de Marx (Grundrisse) sobre la desaparición del trabajo, y por lo tanto del valor, en la acumulación capitalista plenamente realizada.

Al desatarse una nueva revolución tecnológica, que enfrenta una gigantesca y novedosa demanda, se produce un aumento excepcional de la producción, arrastrada por un auge todavía mayor de la productividad; y el modo capitalista de producción trepa un nuevo es­calón histórico en su camino incesante de innovación. Es probable que haya comenzado una nueva fase en la historia del capitalismo, que podría denominarse tentativamente post glo­balización.”

Así, la cuestión de la inflación -representativa como señalamos de una seria disputa de po­der- requiere algo más trascendente que una política monetaria al estilo “ajuste monetario de la balanza de pagos” (Johnson) u otras medidas de “naturaleza heterodoxa” (aunque no sepamos a ciencia cierta que significa exactamente esto) en tanto en el Balance de Pagos han reaparecido los tradicionales déficits generados por la cuenta Servicios y Pagos de in­tereses.

Es justo en ésta encrucijada en que el “conflicto Moyano” emerge. No es casual. Es el mo­mento donde los trabajadores están fijando límites a su aporte al modelo de acumulación en disputa.

Por un lado, no están dispuestos –entendemos correctamente- a que se confunda el salario como ganancia y en consecuencia se haga tributar al trabajo como si fuera capital.

Simultáneamente están señalando que, la política de inclusión social desarrollada con los fondos recaudados y no distribuidos de las asignaciones familiares, no sólo es errada porque no está dando los resultados esperados, sino que, fundamentalmente, los fondos que la financian deben tener otros orígenes, como por ejemplo, la renta financiera. En ésa línea reclaman –acertadamente- que las asignaciones familiares se paguen sin restricciones.

Pero el “cristinismo” en el Gobierno, lejos de comprender en que instancia se halla la Ar­gentina y el mundo en materia de debate sobre el desarrollo capitalista, prefiere revestir la cuestión como si fuese una rencilla política menor, cargada de aspiraciones personales.

Cristina Fernández apela a un modelo de poder “radial” de la que ella es el centro por el que deben pasar TODAS las decisiones degradando y debilitando el desarrollo democrático. Promueve la fragmentación de la sociedad, debilita con el afán de controlar, las financias provinciales en un alarde de “unitarismo” que la sociedad rechaza y reduce toda cuestión al modelo “amigo-enemigo”.

Cuando se escriben éstas líneas desconocemos que habrá de pasar el próximo miércoles 27 de junio de 2012, lo que sí sabemos es que el camino que nos señala el Ejecutivo pone de manifiesto su incapacidad y falta de medios para resolver el “conflicto inflacionario”.

Deben dar un giro copernicano. La soberbia se los impide, el fracaso esta en su ADN.



[i] High Noon – Gary Cooper- Grace Kelly – Dirección: Fred Zinneman – Productor: Stanley Kramer (1952)
[ii] www.henrykgrossman.blogspot.com - Desarrollo Industrial: Uno de los 2 modelos ha de helarte el corazón – Post del 02/02/12
[iii] El consumo chino impulsa una nueva revolución industrial – Mirada Global – Clarín 17/06/12

jueves, 21 de junio de 2012

UNA DEMANDA ESTRATÉGICA




En momento en que una crisis de dimensiones aún no mesurables que demanda no sólo creatividad, ima­ginación y capacidad de decisión no puede percibirse –aunque la PYME ya lo visualiza- que el resultado final será una mayor concentración y centralización no sólo económica sino que también política que habrá de contrastar con una altísima dispersión social y que ésta tensión entre lo económico-político y lo social tiene a las PYME como protagonistas en la articulación de la resolución de las tensiones que YA se están manifestando.


A lo largo de los 25 años transcurridos desde el inicio de una nueva etapa para la convivencia y el desa­rrollo democrático en la Argentina ninguna política pública estuvo dirigida a consolidar la alianza estraté­gica de los sectores populares mayoritarios con las PYME.



Lo que se diseño y ofreció a las PYME no fue nunca más allá de un subsidio y más aún, cuando las en­cues­tas reflejan la baja utilización o el alto desconocimiento de los instrumentos que se diseñan para ella queda expuesto el divorcio –o mutua indiferencia- entre las PYME y las fuerzas políticas populares.



La mesa de la consulta, del diálogo y del consenso no está preparada para las PYME. Las sillas dispues­tas están asignadas a los sectores más concentrados de la economía y sus representantes. No se pro­mueve su vitalidad y reproducción, sino que la deja librada a su propia suerte.

Prueba de ellos son los frustrados intentos de concertación social a los que las fuerzas políticas convocan. Los actores más concentrados de la economía figuran siempre como primeros y únicos convocados en detrimento de las PYME a las que con diversos argumentos se las excluye de modo manifiesto.
Los fracasos en la concertación social tienen componentes complejos, pero si uno es relevante es, precisamente, la discriminación de las PYME que junto a los trabajadores constituyen el “núcleo estratégico” de los posibles acuerdos exitosos.

Es así que una primera acción en materia política debe ser la inclusión de las PYME en sus propuestas y proyectos no sólo en términos nominativos-decorativos sino activos y que impliquen la presencia activa de éstas en el ámbito de las decisiones. Lo repetiremos una y otra vez: estamos de acuerdo en que sin In­dustria no hay Nación, pero estamos absolutamente convencidos que sin PYMES la sustentabilidad de las políticas no sólo industriales, sino en materia de comercio, producción agropecuaria y servicios que se diseñen en pro de la construcción de la Nación no serán sustentables en tanto serán portadoras de una debilidad de diseño que más pronto que tarde habrá de dejar expuesta una asimetría que finalmente lle­vara a la ruptura.




Una política de Desarrollo Nacional que excluye a las PYME de los ámbitos de decisión y que sólo ofrece “nuevas formas” (denominadas “cadenas de valor”) de participación de las PYME en la producción no es más que la convalidación de “status quo” funcional a las necesidades de las formas más concentradas del capital y que, cuando éste produce las crisis, rupturas o mutaciones, siguiendo su propia dinámica, son las PYME junto a los trabajadores las que quedan marginadas y sin respuesta.



Suponer que “hacer política PYME” es reforzar los lazos de dependencia funcional a la concentración y cen­tralización del capital es desconocer un rasgo fundamental que portan las PYME: su capacidad de innovación, de internalización de nuevos productos, materiales y procesos.




Para ello, esas “nuevas formas” de “asociativismo a la fuerza”, que pretenden el logro de una eficiencia mal entendida en materia de diseño de políticas públicas que se refleja en la pretensión de “englobar” lo que se supone son problemáticas “comunes” resultan sólo funcionales a los intereses de los que sólo pre­tenden utili­zar a las PYME para poder externalizar sus ineficiencias trasladándole a las PYME la absorción de pérdidas y atrasos tecnológicos.



La PYME sí requiere asociatividad, sí demanda participar y aportar a la mejora del sector en que participa, sí puede convertirse en una actor protagónico de la innovación, de la incorporación de diseño y de nuevos mate­riales y procesos, pero DEBE hacerlo simultáneamente con la obtención de un esquema de rentabili­dad que le permita ser también activo protagonista del proceso de acumulación de capital y no parte de la claqué .




Tras casi 30 años años de democracia, las Pequeñas y Medianas Empresas requieren no sólo una política de pro­mo­ción o fortalecimiento, un funcionario más o menos especializado como responsable de la Agencia Gu­berna­mental, o un subsidio más o menos ágil en su gestión. Las PYME demandan de modo urgente:


  1. El espacio imprescindible que deben ocupar como reaseguro para la convivencia democrática junto a decisiones políticas sustantivas que garanticen la inclusión y participación de las Pequeñas y Media­nas Empresas en materia de los debates y decisiones de planificación, diseño e implementación de las políti­cas públicas, fundamentalmente en aquellas que reúnan condiciones de especificidad en materia de de­sarrollo económico y social.
  2. Políticas Activas que permitan el desarrollo y fortalecimiento de las Pequeñas y Medianas Empresas orienta­das a mejorar e incrementar la competitividad dentro del mercado nacional como su mayor in­ser­ción en el comercio internacional.