“Los
alemanes están ansiosos por invertir en Grecia”, esta noticia, publicada en el
suplemento de Financial Times por el diario Cronista ciertamente no nos
sorprende.
La propia caracterización
que hemos hecho de la crisis requiere necesariamente no sólo la destrucción de
capital financiero sino que, paralelamente lleva a cabo una reestructuración
productiva en la cual se pone en juego el nivel de productividad alcanzado.
Ambas tendencias tiende a
reponer la tasa de ganancia y redefinen un nuevo ciclo de acumulación
capitalista cuyos rasgos principales serán definidos por las estructuras
productivas más eficientes.
A falta de otros
argumentos, tales como la capacidad de innovación o el desarrollo tecnológico, Europa
recurre a los ya gastados argumentos de reformas laborales que dan lugar a
regulaciones flexibles en el mercado laboral.
Es decir, la
reestructuración productiva en busca de una mayor productividad se basa, en
éstas economías vencidas, en incrementar de modo abusivo la explotación de los
trabajadores tratando de que sean éstos los que aporten la cuota indispensable
que permita repotenciar el desarrollo capitalista.
Así, España, Italia,
Grecia, a los que seguirán, antes o después, Portugal, Irlanda y los países de
la “nueva Europa” llevan o llevarán adelante reformas de la legislación laboral
que prácticamente hace retroceder el derecho laboral a principios del siglo 20
en respuesta a la necesidad de generar condiciones productivas que repongan la
tasa de ganancia.
Adicionalmente, la
dinámica de la crisis habrá de llevar a replantearse históricas políticas
productivas que, en su momento, resultaron básicas para la construcción de la
Unión Europea, nos referimos, entre otras, a la conocida Política Agrícola
Común (PAC). Esa reestructuración obligará, por ejemplo, a los agricultores
franceses a migrar de una estructura productiva extensiva a una intensiva.
En nuestra visión, en los
próximos 5 años quedará definido un nuevo espacio productivo europeo que deberá
revertir la desindustrialización desarrollada a lo largo de los 80 y 90 cuando
muchas industrias migraron a China y otros países asiáticos atraídos por costos
salariales más bajos y regulaciones menos estrictas.
Ese nuevo espacio
económico deberá operar como un foco de atracción a las inversiones
industriales y dar paso a una dinámica capitalista en Europa que la posiciones
como competitiva en el mercado mundial.
¿Qué significa esto para
la industria argentina?
Este nuevo espacio
productivo europeo resulta una amenaza insoslayable para la industria argentina
toda vez que las necesarias reformas que se demandan en pro de la
competitividad brillan por su ausencia.
Las reformas reclamadas
obligan a debatir de modo amplio el conjunto de las regulaciones y el modo en
que, las políticas públicas promuevan la inclusión social permitiendo superar
la actual fragmentación entre trabajadores formales, informales, marginales y
excluidos del mercado de trabajo.
Pero no sólo el mercado
de trabajo debe ser puesto en foco. Todas las políticas públicas deben ser
debatidas a la luz de la dinámica capitalista que se construye no sólo en
Europa sino que también en Oriente (China, Vietnam, etc) y en EEUU.
Pero por mezquindad,
ignorancia, falta de visión, incapacidad, separadas o combinadas se prefiere el
populismo fácil que tarde o temprano requerirá crecientes cuotas de
autoritarismo a una transformación inteligente que de paso a un
reposicionamiento en la economía mundial.
Ya lo hemos señalado en varias
oportunidades, las exportaciones del complejo agrícola o agroindustrial irán
perdiendo el protagonismo actual y perderán la importancia estratégica que hoy
tienen para las arcas públicas. Del mismo modo, la minería.
Esas estructuras productivas
tampoco resuelven, por sí solas, las necesidades de un país con 40/50 millones
de habitantes.
Decíamos hace unos días
en nuestro post: La industria no figura entre las prioridades a desarrollar
como alternativa y sólo con algunos excepciones de exportaciones mercados
resultado de acuerdos más políticos que económicos sobre compensaciones
comerciales, las MOI carecen de competitividad para avanzar en mercados más
sofisticados. El debate debe darse porque la respuesta a las preguntas que
planteamos nos serán requeridas a la brevedad y no admiten soluciones de
emergencia.”
Mientras tanto, las
palabras han perdido en la Argentina el poder transformador que poseen en otras
latitudes. Démosle descanso, vacaciones, mientras tanto, “res non verba”