miércoles, 27 de junio de 2012

Crisis económica: una convocatoria a la imaginación y la creatividad





En diversas reuniones e Informes anteriores hemos señalado que la crisis económica que recorre el mundo no es un laberinto del que, como decía Jorge Luis Borges, “se sale por arriba”.

Las dimensiones y características que esta teniendo, parece resultar incomprensible para los responsables políticos de gestionarla y aportar caminos para su resolución.

La imposibilidad –que deviene de la incomprensión- surge de caracterizarla como una crisis de tipo financiero devenida como consecuencia de un conjunto de “banqueros farsantes” que organizados “como asociación ilícita” desarrollaron una burbuja hipotecaria que les permitió vender un conjunto de activos tóxicos ante la mirada bonachona de la autoridad monetaria tanto de EEUU como de los diversos países de Europa.

Como pasó el 2008 y la cuestión no se salvó, se desarrollo otra teoría.

Ahora eran un conjunto de irresponsables funcionarios que consintieron y ejecutaron presu­puestos que no podían solventar motivo por el cual se endeudaron de modo irresponsable alentados por bancos irresponsables que nuevamente engañaban a grandes, medianos y pequeños inversores con bonos que ya no tenían garantías de hipotecas sino que ahora te­nían la garantía de los Estados.

Brevemente, la crisis es el resultado de la imaginación y capacidad de engañar de los ban­queros a inocentes e ingenuos ahorristas que abandonaron su estilo rapaz para dejarse lle­var por “los cantos de sirena”.

Pero ya estamos a mediados de 2012, han pasado 4 años y la crisis no se resuelve, todos los días nos informan de nuevos salvatajes a la banca por cifras que ni siquiera nos anima­mos a escribir, cada día amanece con mayores riesgos de quiebras bancarias y de países.

Mientras tanto lo importante es dejado de lado, ocultado y tratado con relativa profundidad.

¿Qué es lo importante? ¿Cuál es el rasgo de la crisis, desde el punto de vista económico, pero que ya está poniendo en riesgo la propia gobernabilidad el sistema democrático?

Lo importante, lo estructural de ésta crisis es que se trata de una crisis en el ám­bito de la producción y en particular de la rentabilidad en el ámbito de la produc­ción industrial.

Fue esa caída de la rentabilidad industrial lo que llevo al capital financiero a buscar y crear productos financieros que, aunque sea de modo artificial, generaban rentabilidades supe­riores a la media de la industria. Se echo a rodar así una “bola de nieve” que finalmente (y como era de esperar) los termino tapando y ahogando.

Por ésta razón las medidas financieras no tienen impacto por más que se le agreguen ceros a los “salvatajes” o que se espere, día tras día, las declaraciones de tal o cual funcionario respecto de flexibilizar más las ayudas financieras.

La caída de la rentabilidad industrial en términos reales (es decir, descontando la inflación y los impactos derivados de la “guerra de monedas”), es un muy relevante para las empresas industriales y en particular para las PYME, salvo para algunos sectores que, con anticipa­ción, llevaron adelante procedimientos de mejora de la competitividad tanto a nivel de or­ganización y logística como en términos de equipamiento.

Lo cierto es que ésta crisis tiene un único modo de resolverse (y aclaramos que no somos autores de la idea ni originales en el planteo): debe “destruirse capital financiero” para equipararlo al capital productivo necesario para producir y reproducir la acumulación de capital.

Días pasados decía Jorge Castro en Clarín (27/06/2012) “En el capitalismo, lo que puede ocurrir, ya sucede; y el futuro, aún indiscernible, jamás es arbitrario.”

“La industria manufacturera mundial ha dado un salto en los últimos 4 años y ha revertido la tendencia declinante de las cuatro décadas previas. A partir de 2008, la manufactura ha crecido a una tasa mayor que el resto de la economía global (17,7% anual promedio) y ha dejado atrás la caída que experimentó durante 40 años (era 27% del PBI global en 1970 y cayó a 16,2% en 2009).

Es un salto tecnológico que ha originado una nueva revolución industrial, que funciona en red y abarca todas las actividades de producción y diseño, y que utiliza las tecnologías más dispares, provenientes tanto de la electrónica como de la biotecnología. La nueva revolución industrial es la digitalización completa de la manufactura, transformada en una actividad capital-intensiva donde la mecanización y la línea de ensamblaje han quedado atrás. Tam­bién en ella el factor trabajo (directo, individual, físico) ha perdido relevancia.

Se ha cumplido la previsión de Marx (Grundrisse) sobre la desaparición del trabajo, y por lo tanto del valor, en la acumulación capitalista plenamente realizada.

Al desatarse una nueva revolución tecnológica, que enfrenta una gigantesca y novedosa demanda, se produce un aumento excepcional de la producción, arrastrada por un auge todavía mayor de la productividad; y el modo capitalista de producción trepa un nuevo es­calón histórico en su camino incesante de innovación. Es probable que haya comenzado una nueva fase en la historia del capitalismo, que podría denominarse tentativamente post glo­balización.”

El proceso que describe tiene como contrapartida una tendencia a incrementar la rentabili­dad de las Empresas Industriales que acompañan éste movimiento y requieren sí, capital financiero para apalancarse. Los volúmenes actuales de ése capital financiero exceden sus necesidades, por eso ese excedente debe ser “destruido”. El modo que tiene el capitalismo de llevar adelante ésta operación, que se ha repetido varias veces a lo largo de la historia, es con quiebras o con guerras.

No debe extrañarnos, entonces la quiebra de Bancos y las pérdidas de sus ahorros para los pequeños ahorristas, pero también para importantes fondos de inversión.

En ése proceso, doloroso y dramático, se ven derrumbar desde proyectos personales (como lo es la compra de una vivienda) como proyectos de mayor porte los que muchas veces quedan inconclusos o son abandonados.

Tal como señalamos, la industria, y en particular las PYME, deben comenzar a reflexionar sobre éste proceso de restructuración de la industria y desarrollar caminos para acompañar ésta nueva etapa histórica.

Muchos nos señalan que nuestra visión, desde la república Argentina y en el estado actual de la situación es, como mínimo descabellada. Recordamos lo señalado más arriba en la cita de Jorge Castro: en el capitalismo lo que puede ocurrir, ya sucede.

Obviamente el estado de situación de las empresas, la negativa del gobierno de desarrollar políticas sustentables de desarrollo industrial, la baja calidad institucional que estamos atra­vesando y otras consideraciones por el estilo son puestas como fundamentos para ignorar la realidad que describimos.

Sin embargo, una Empresa Industrial es un proyecto que atraviesa las contingencias de un gobierno, y, en consecuencia, no admite cortapisas ni excusas. No sirve elaborar un “rosa­rio” de quejas y contrariedades.

A la economía industrial del resto del mundo poco le importan esas consideraciones.

Achacar al gobierno su escaso compromiso y responsabilidad, su nula visión de la estrategia de desarrollo industrial, sirve para el desahogo pero no para afrontar el futuro.

Los empresarios deben prepararse para una etapa crucial del desarrollo de la crisis: las post crisis.

Estar o no estar para cuando llegue ese momento, que ya esta sucediendo -pero que por las condiciones de aislamiento de Argentina pareciera que ese momento no llegara nunca o que es absurdo planteárselo- depende de la inteligencia en la comprensión de los aconteci­mientos que genera la crisis.

El resurgimiento de los “nacionalismos económicos” trata de amortiguar y minimizar los impactos de la “guerra económica en el plano comercial” que se libra. Así, aparece el pro­teccionismo, las economías se cierran, se devalúan monedas y se toman toda una serie de medidas, cada cual (país) pone toda su inteligencia en desarrollar artilugios y gambitos.

En la Argentina aparecen personajes con metodologías que lo único que hacen es empeorar la calidad institucional y simultáneamente nunca faltan los que se ilusionan con “vivir con lo nuestro”.

La dinámica de la historia ha demostrado que primero, duran poco y segundo: fracasan.

Los Industriales deben incorporar éste futuro, indiscernible, que ya esta sucediendo y que finalmente tocará la puerta de su Empresa.

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