A LA HORA SEÑALADA [i]
Hay momentos que se producen más allá de la voluntad o
inteligencia de los protagonistas.
Heidegger decía que no hay casualidades sino citas, y la
historia demuestra que las encrucijadas, los nudos gordianos, las dificultades
más complejas se resuelven con creatividad, con soluciones muy alejadas de la
magia, con productos de la inteligencia y no con el ardor de la pasión o la
soberbia.
La Argentina esta frente a ese momento y la
"inflación", que no es otra cosa que la puesta en escena de la lucha
por el poder, se ha convertido en el principal desafío, en la encrucijada que
define un momento histórico único y novedoso.
Esta "inflación" es absolutamente distinta a las
vividas en otros tiempos, porque la lucha por el poder que se sustancia es muy
distinta a la acontecida en otros tiempos, la lucha de poder que pone en
evidencia tiene componentes estructurales y estratégicos.
En ésta instancia se debate un modelo de desarrollo, se
definen los rasgos del modo de producción y, consecuentemente, el modo de distribución,
cambio y consumo.
El primer eje de la disputa (porque de ningún modo existe un
debate serio, responsable y enriquecedor) se da entre considerar a la
agroindustria como motor del desarrollo nacional que sólo puede incluir a una
reducida porción de habitantes.
Debemos recordar que ya en la década de los ’70 la
geopolítica de las dictaduras tanto de había asignado - en la división del
trabajo a escala regional – a la Argentina el rol de productor de alimentos y
de agro exportación mientras que la industria debía especializarse en éste
sector, reservándose Brasil el desarrollo industrial.
Si bien es cierto que éste sector muestra un dinamismo de
singular trascendencia, no es menos cierto que esta montado sobre cultivos tradicionales
(si se nos permite considerar a la soja como tal) y sus derivados que refuerzan
el perfil agroexportador, lo que no quita que el desarrollo agrícola empuja con
energía innovaciones, desarrollo tecnológicos y nuevos desafíos tecnológicos.
Pero la mayoría de éstos son endógenos. Se refieren a mejoras en la
productividad sectorial y en la competitividad.
Esta introducción del capital y su dinámica es importante
pero no le resuelve que el primer objetivo de la producción primaria es la
renta de la tierra, y la dinámica capitalista en el sector sólo transforma una
mínima cuota de renta en capital.
Pero el modelo agroexportador, en su versión Siglo XXI
contribuye de modo limitado al
desarrollo del mercado nacional. Si, es cierto, aporta divisas que, en una
situación de emergencia como la que habrá de afrontar la Argentina en por lo
menos la próxima década, resultan imprescindibles.
No es casualidad que la disputa por el tipo de cambio, más
allá de la inoportunidad de algunas afirmaciones y declaraciones
gubernamentales la alimenten, entre en una fase crítica justo unos días antes
de la liquidación de divisas por parte de éste sector. Forma parte de la lógica
capitalista caucionar el bien escaso (dólares) a la espera de una
contraprestación (devaluación) y, en esto el sector agroexportador –por más
integración e innovación que muestre- no ha cambiado.
El otro sector en pugna son quienes abogan por un proceso de
acumulación de capital basado en una suerte de “capitalismo estatal” del que
hacen depender el desarrollo industrial para lo cual requieren una fuerte
protección cuyo clímax se alcanza en éstos momento con el cierre de
importaciones de todo tipo al que se suma el cierre del mercado de cambios.
Decíamos en febrero de 2012[ii]:
La política de
regulación de las importaciones, más allá de sus causas verdaderas, plantea una
contradicción entre dos visiones opuestas de ver el desarrollo industrial vía
sustitución de importaciones.
De un lado parecen
alinearse los viejos actores de ésta política que sostienen la posibilidad de
que todo lo pueden y que esgrimen argumentos de fuertes posibilidades
autonómicas de la Industria Nacional y del mercado interno.
Estos actores, muchos
nucleados en cámaras empresarias de fuerte estilo corporativo, aducen disponer
de todas las capacidades tanto tecnológicas, como operativas para producir
cualquier engendro.
Para ellos, importar,
es sinónimo de debilidad, de impotencia (que no es más que otra forma de
expresión del machismo que contiene gran parte de la cultura nacional) que debe
ser resuelta con el apoyo del Gobierno (en todas y cada una de sus expresiones)
ya sea mediante apoyos crediticios, institucionales pero básicamente cerrando
la economía mediante una suerte de "linea Maginot" contra las
importaciones que, en formato de invasión, resultan una ignominia para el
pabellón nacional. Es decir necesitan que el Estado contribuya a desarrollar
la reserva de mercado indispensable para su sobrevida.
Es un sector que
plantea la endogamia en materia productiva, tecnológica, de innovación, de
autosuficiencia y de creer que sus capacidades son todo lo que se necesita para
lograr el desarrollo industrial y, obviamente el desarrollo nacional y el
bienestar de todos los argentinos.
Son empresarios que,
pese a formar parte de sectores dinámicos, estiman que pueden abstraerse en
tanto "esas cosas son para mercados más grandes" y con esa línea de
pensamiento desarrollan una inversión acorde al tamaño del mercado local, al
que consideran limitado e incapaz de reconocer la modernidad.
Ven la exportación
como una quimera y en los hechos se consideran recipiendarios de los excedentes
que el modelo agroexportador aporta al mercado local.
Obviamente por su
historia de "defensa de la industria nacional" asocian a ésta con su
propuesta y encuentran funcionarios que responden a ésta dinámica de
pensamiento que los acogen a falta de visión y capacidad de apertura hacia otro
sector industrial que esta emergiendo en la Argentina y que, tarde o temprano,
pese a éstas anacrónicas posturas, habrá de configurar el verdadero desarrollo
industrial que si hará al desarrollo nacional sustentable para generar la
inclusión social y el bienestar.
Este sector industrial
que emerge, al igual que el otro, también esta configurado por PYMES que, con
otra visión sobre el desarrollo global han comprendido la necesidad de
incorporar otros paradigmas de desarrollo industrial.
Podemos decir que sin
mencionarlas, las teorías de Alexander Gerschenkron comienzan a ser puestas en
práctica.
Obviamente éste sector
requiere de la participación institucional de los Gobiernos, pero en un sentido
absolutamente distinto.
Integrados
tecnológicamente al mundo, atentos a la dinámica económica global comprenden
perfectamente cual es derrotero a seguir en materia de desarrollo industrial y
cuales on las demandas que debería responder la política industrial.
Descreen de la
omnipotencia productiva pero son plenamente conscientes de sus capacidades y
oportunidades. Tienen en su base genética la dinámica exportadora y no
pretenden una protección que implique alambrar el mercado nacional sino que
consideran que existen amplias posibilidades para la política industrial de
establecer la una matriz de desarrollo industrial compatible con los demás
sectores productivos y que necesariamente alcance en sus resultados al conjunto
de la población.
Lejos de los sectores
corporativos tradicionales a quienes les desconocen representatividad, comienza
articularse nuevas relaciones inter empresarias que incluso no encuentran en la
propia UIA (representante de intereses concentrados y sin más interés en el
desarrollo nacional que la extracción de rentas y beneficios a ser girados sin
compromiso de reinversión).
Las PYME que conforman
éste conglomerado comienzan a desarrollar otro discurso productivo y no ven
con buenos ojos un conjunto de regulaciones que por su nivel de generalidad
afectan su propio desarrollo. Reconocen la necesidad de la administración del
comercio pero exigen selectividad con respecto al equipamiento industrial, las
partes y piezas, los insumos y las materias primas.
Rechazan el
voluntarismo productivo de los sectores más proteccionistas que declaran poder
producir todo y traban el desempeño productivo de éste sector dinámico.
El debate está
abierto. Las urgencias financieras del gobierno lo encubren y parecen alimentar
el afán corporativo. El desarrollo industrial del mundo actual será implacable
y no permitirá éstos anacronismos
mentales
La visión de que el
rol del Estado debe ser construir una línea Maginot contra las importaciones
correrá la misma suerte que está.
Como señala Jorge Castro [iii]”En el capitalismo, lo que puede ocurrir, ya
sucede; y el futuro, aún indiscernible, jamás es arbitrario.”
“La industria
manufacturera mundial ha dado un salto en los últimos 4 años y ha revertido la
tendencia declinante de las cuatro décadas previas. A partir de 2008, la
manufactura ha crecido a una tasa mayor que el resto de la economía global
(17,7% anual promedio) y ha dejado atrás la caída que experimentó durante 40
años (era 27% del PBI global en 1970 y cayó a 16,2% en 2009).
Es un salto
tecnológico que ha originado una nueva revolución industrial, que funciona en
red y abarca todas las actividades de producción y diseño, y que utiliza las
tecnologías más dispares, provenientes tanto de la electrónica como de la
biotecnología. La nueva revolución industrial es la digitalización completa de
la manufactura, transformada en una actividad capital-intensiva donde la
mecanización y la línea de ensamblaje han quedado atrás. También en ella el
factor trabajo (directo, individual, físico) ha perdido relevancia.
Se ha cumplido la
previsión de Marx (Grundrisse) sobre la desaparición del trabajo, y por lo
tanto del valor, en la acumulación capitalista plenamente realizada.
Al desatarse una nueva
revolución tecnológica, que enfrenta una gigantesca y novedosa demanda, se
produce un aumento excepcional de la producción, arrastrada por un auge todavía
mayor de la productividad; y el modo capitalista de producción trepa un nuevo
escalón histórico en su camino incesante de innovación. Es probable que haya
comenzado una nueva fase en la historia del capitalismo, que podría denominarse
tentativamente post globalización.”
Así, la cuestión de la inflación -representativa como
señalamos de una seria disputa de poder- requiere algo más trascendente que
una política monetaria al estilo “ajuste monetario de la balanza de pagos” (Johnson)
u otras medidas de “naturaleza heterodoxa” (aunque no sepamos a ciencia cierta
que significa exactamente esto) en tanto en el Balance de Pagos han reaparecido
los tradicionales déficits generados por la cuenta Servicios y Pagos de intereses.
Es justo en ésta encrucijada en que el “conflicto Moyano” emerge.
No es casual. Es el momento donde los trabajadores están fijando límites a su
aporte al modelo de acumulación en disputa.
Por un lado, no están dispuestos –entendemos correctamente-
a que se confunda el salario como ganancia y en consecuencia se haga tributar
al trabajo como si fuera capital.
Simultáneamente están señalando que, la política de
inclusión social desarrollada con los fondos recaudados y no distribuidos de
las asignaciones familiares, no sólo es errada porque no está dando los
resultados esperados, sino que, fundamentalmente, los fondos que la financian
deben tener otros orígenes, como por ejemplo, la renta financiera. En ésa línea
reclaman –acertadamente- que las asignaciones familiares se paguen sin
restricciones.
Pero el “cristinismo” en el Gobierno, lejos de comprender en
que instancia se halla la Argentina y el mundo en materia de debate sobre el
desarrollo capitalista, prefiere revestir la cuestión como si fuese una
rencilla política menor, cargada de aspiraciones personales.
Cristina Fernández apela a un modelo de poder “radial” de la
que ella es el centro por el que deben pasar TODAS las decisiones degradando y
debilitando el desarrollo democrático. Promueve la fragmentación de la sociedad,
debilita con el afán de controlar, las financias provinciales en un alarde de “unitarismo”
que la sociedad rechaza y reduce toda cuestión al modelo “amigo-enemigo”.
Cuando se escriben éstas líneas desconocemos que habrá de
pasar el próximo miércoles 27 de junio de 2012, lo que sí sabemos es que el
camino que nos señala el Ejecutivo pone de manifiesto su incapacidad y falta de
medios para resolver el “conflicto inflacionario”.
Deben dar un giro copernicano. La soberbia se los impide, el
fracaso esta en su ADN.
[i] High Noon – Gary
Cooper- Grace Kelly – Dirección: Fred Zinneman – Productor: Stanley Kramer
(1952)
[ii] www.henrykgrossman.blogspot.com
- Desarrollo Industrial: Uno de los 2 modelos ha de helarte el corazón – Post del
02/02/12
[iii] El consumo chino impulsa una nueva revolución
industrial – Mirada Global – Clarín 17/06/12
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