viernes, 27 de abril de 2012

IN MEMORIAN DE VICENTE LOPEZ Y PLANES

Ya lo habíamos señalado el 21 marzo de 2012 ( http://www.henrykgrossman.blogspot.com.ar/2012/03/peligros-institucionales.html ), nos lo recuerda hoy el Panorama Empresario de Clarín (http://www.clarin.com/opinion/Ahora-objetivo-dividir-movimiento-empresario_0_689931091.html ) y también el síndrome se manifiesta en la elección en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires. 

Ni que hablar ya de lo que sucede en la organización de los trabajadores donde el Gobierno pretende entronizar a un acólito (CALÓ - UOM), que ellos estiman menos conflictivo, más manejable y sumiso. Mientras enfrente, batalla por su supervivencia un Moyano cuya principal virtud es la prepotencia. De democracia sindical, olvidarse.

Obviamente el sistema de fragmentación política también ha alcanzado a la "oposición" que mediante el viejo método del "toma y daca" muestra la nula calidad de sus componentes.

Es que ya lo ha dicho la Presidenta, si se "portan bien", ella también lo hara, una nueva forma de decir, "al enemigo ni justicia"

La clave del "cristinismo" es fragmentar, dividir, atomizar, en los hechos a los propios y a los extraños.

Nos preguntamos ¿cómo un pueblo atomizado puede afrontar una deuda externa de algo más de u$s 180 millones?, ¿cómo hará para reponer los u$s 30.000 millones que tomo del BCRA? ¿cómo devolverá los miles de millones de pesos tomados en el Banco Nación "el Banco de las PYME"? ¿cómo se repondrán todas exacciones llevadas a cabo contra organismos públicos que no pudieron ejecutar sus presupuestos?

Una sociedad fragmentada está siempre al borde del fascismo, pero, si a la atomización que se propugna le sumamos los hechos de corrupción que superan ya con creces a la llamada Década Infame, con una justicia a la que han reducido a la servidumbre; estamos frente a una sociedad cuyo destino quedó marcado en 1813 cuando se decidió quitar la estrofa del Himno Nacional que decía: "se levanta a la faz de la tierra una nueva y gloriosa Nación" a solicitud de Inglaterra para no herir a la monarquía española.

Doscientos años después, el destino que soñó Vicente Lopez y Planes naufraga en las acciones desintegradoras de un gobierno con pretensiones que ponen en duda su espíritu republicano

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